Ordenes religiosas- Benedictinos

-Los siglos benedictinos
-Regla de San Benito


Definición de benedictino
Se define como benedictinos u Orden de San Benito al conjunto de órdenes religiosas monásticas de vida contemplativa que profesan la fe cristiana, especialmente la fe cristiana del catolicismo, y que, además, se rigen según la Regla de san Benito, quien fuese su fundador en el año 529.

Significado de benedictino
El término benedictino es una palabra compuesta por:
Benedicto: un sustantivo y nombre propio. En este particular caso, hace referencia a san Benito de Nursia, quien fuese el fundador de los doce primeros monasterios benedictinos y, por tanto, de la Orden de san Benito.
-ino: un prefijo que se utiliza para formar gentilicios, tanto con nombres propios como comunes. En este sentido, el termino benedictino puede tener los siguientes significados:
Que es miembro de la orden de san Benito.
De san Benito o de su orden.
Del religioso que forma parte de la orden fundada por san Benito y que sigue sus reglas y ordenanzas.
Características de los benedictinos

Fundador de los benedictinos
Benito de Nursia es el principal fundador de la Orden de San Benito, siendo este el encargado de fundar los doce primeros monasterios benedictinos en el año 529 y dejar, al momento de su muerte, en el año 547, un total de 14 monasterios masculinos y un monasterio femenino.



Origen
El origen de la Orden benedictina se encuentra en las fundaciones hechas por Benito de Nursia en la localidad de Subiaco. Allí surgieron los primeros doce monasterios propiamente benedictinos, dirigidos cada uno por un propio abad, el cual tenía a su cargo su propia iglesia para la recitación del oficio litúrgico en comunidad. A la cabeza de los doce cenobios se encontraba Benito, quien además se encargaba de la formación de los futuros monjes. Más tarde, se fundaron los monasterios de Montecasino y de Terracina, ambos autónomos de los surgidos en Subiaco. Al morir Benito, en 547, deja 14 monasterios masculinos y uno femenino en Piumarola, donde se supone residía su hermana Escolástica

La Orden de San Benito (en latín: Ordo Sancti Benedicti; OSB) es una orden religiosa, perteneciente a la Iglesia católica, dedicada a la contemplación, fundada por Benito de Nursia, dictada por este a principios del siglo vi para la abadía de Montecassino.

Gracias a la expansión del monacato benedictino y sus diferentes reformas a través del tiempo, se puede decir que Benito de Nursia contribuyó decididamente a la evangelización cristiana de Europa. Razón por la cual, la Iglesia católica lo ha declarado patrón de Europa. Entre las principales reformas de la llamada Orden de San Benito se encuentran las de la rama de Cluny y la de Císter.

Después de la Reforma protestante, el monacato fue abolido en las iglesias surgidas de ella, sin embargo, un nuevo movimiento de retorno a las fuentes ha permitido que se recupere la herencia benedictina en ellas. Así, a partir del siglo xix se restableció la Orden benedictina en la Iglesia anglicana y más tarde en otras iglesias tradicionales de la Reforma.

Los monasterios benedictinos son autónomos, cada uno tiene su propio abad, y se reagrupan en diversas ramas o congregaciones. Sin embargo, aunque sin perder su autonomía, existe desde 1893 una Confederación Benedictina, cuya función es mantener la comunión entre los diversos monasterios autónomos, federaciones e institutos religiosos que siguen la Regla de San Benito. Actualmente son 20 las congregaciones que conforman la Orden de San Benito, incluyendo en ella a los olivetanos, camaldulenses, vallumbrosinos, y silvestrinos.

El origen de la Orden benedictina se encuentra en las fundaciones hechas por Benito de Nursia en la localidad de Subiaco. Allí surgieron los primeros doce monasterios propiamente benedictinos, dirigidos cada uno por un propio abad, el cual tenía a su cargo su propia iglesia para la recitación del oficio litúrgico en comunidad. A la cabeza de los doce cenobios se encontraba Benito, quien además se encargaba de la formación de los futuros monjes. Más tarde, se fundaron los monasterios de Montecasino y de Terracina, ambos autónomos de los surgidos en Subiaco. Al morir Benito, en 547, deja 14 monasterios masculinos y uno femenino en Piumarola, donde se supone residía su hermana Escolástica.

Reformas
Durante el transcurso de su historia, la Orden de San Benito ha sufrido numerosas reformas, debido a la eventual decadencia de la disciplina en el interior de los monasterios. La primera reforma importante fue la hecha por Odón de Cluny en el siglo x; esta reforma, llamada cluniacense, nombre proveniente de Cluny, lugar de Francia donde se fundó el primer monasterio de esta reforma, en el que Odón fue el segundo abad, llegó a tener un gran influjo, hasta el punto que durante gran parte de la Edad Media prácticamente todos los monasterios benedictinos estaban bajo el dominio de Cluny.

Los cluniacenses adquirieron gran poder económico y político, y los abades más importantes llegaron a formar parte de las cortes imperiales y papales. Varios pontífices romanos fueron benedictinos provenientes de los monasterios cluniacenses: Alejandro II, 1061-73; san Gregorio VII, 1073-85; beato Víctor III, 1086-87; beato Urbano II, 1088-99; Pascual II, 1099-1118; Gelasio II, 1118-19; y un largo etcétera.

Tanto poder adquirido llevó a la decadencia de la reforma cluniacense, que encontró una importante contraparte en la reforma cisterciense, palabra proveniente de Císter (Cîteaux en idioma francés), lugar de Francia donde se estableció el primer monasterio de esta reforma. Roberto de Molesmes, Alberico y Esteban Harding fueron los fundadores de la Abadía de Císter en 1098. Buscaban apartarse del estilo cluniacense, que había caído en la indisciplina y el relajamiento de la vida monástica. El principal objetivo de los fundadores de Císter fue imponer la práctica estricta de la Regla de San Benito y el regreso a la vida contemplativa.

El principal impulsor de esta reforma fue Bernardo de Claraval (1090-1153), discípulo de los fundadores de Cîteaux, quien había ingresado allí hacia el año 1108. Se le encargó la fundación de la Abadía de Claraval (Clairvaux, en francés), de la que fue abad durante unos 38 años, hasta su muerte. Bernardo de Claraval se convirtió en el principal consejero de los papas, y varios de sus monjes llegaron igualmente a ocupar la Sede Pontificia. Bernardo predicó también la Segunda Cruzada. Al morir había fundado 68 monasterios de su orden.

La reforma cisterciense subsiste hasta hoy como orden benedictina independiente, dividida igualmente en dos ramas: la Orden del Císter (O. Cist.) y la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (OCSO), también conocidos como Trapenses. Se les llama también «benedictinos blancos», debido al color de su hábito, en contraposición a los demás monjes de la Orden de San Benito, a quienes se llama «benedictinos negros».

Durante la Edad Media surgieron otras reformas importantes de la Orden Benedictina.

--La de Romualdo (fl. 1027), quien dio inicio a la reforma camaldulense. Esta reforma subsiste hasta hoy en dos ramas: la primera forma parte de Confederación Benedictina (benedictinos negros); la segunda es independiente, pero se rige igualmente por la Regla de San Benito. 
--Otra reforma importante fue la emprendida por Juan Gualberto (fl. 1073), quien fundó los Benedictinos de Valle Umbrosa, por el lugar en Italia en que se construyó el primer monasterio de esta reforma. Es igualmente hoy en día una congregación de la Confederación Benedictina.
--La reforma de Silvestre (1177-1267), fundador de los Benedictinos de Montefano, que subsiste también hoy como congregación asociada a la Confederación Benedictina.
--La reforma de Bernardo Tolomei (1272-1348), que dio origen a los Benedictinos de Monte Oliveto, hoy también parte integrante de la Confederación Benedictina.


Organización de la Orden benedictina

La organización de los monasterios benedictinos es la siguiente:
  • El prior o abad, quien es escogido por toda la comunidad del monasterio, es el superior de todo el monasterio.
  • Los monjes pertenecientes al monasterio deben trabajar arduamente para conseguir su propio sustento y poder autoabastecer a toda la comunidad. Todo ello sin descuidar la oración constante y el Oficio divino, el cual deben rezar siete veces al día.
  • A nivel internacional, existe una organización principal de la Orden de San Benito llamada Confederación Benedictina, creada en 1893 por el papa León XIII.
  • Al miembro superior de la Confederación Benedictina se le conoce como abad.
Los rasgos distintivos y fundamentales de este texto que define la espiritualidad del monacato benedictino son tres:
  • un fuerte cristocentrismo,
  • la vida comunitaria desarrollada en el amor fraterno y el servicio mutuo
  • y la acogida de los que se acercan al monasterio
¿Que practican los monjes benedictinos
La espiritualidad benedictina pone el centro de la vida monástica el amor a Cristo y su seguimiento mediante la oración, el trabajo y la práctica de las virtudes. Así, toda la existencia del monje transcurre bajo la mirada de Dios y se va preparando para la eternidad en el Cielo.

¿Qué hicieron los benedictinos?
Jesús Martí dice de él, de sus discípulos y de su legado: los monjes benedictinos fueron los primeros que tuvieron conciencia de la nueva realidad post-romana, los que sirvieron de puente entre el mundo antiguo y el Medievo, cuando rescataron, cultivaron y transmitieron casi todo el patrimonio grecorromano

La Confederación Benedictina se encuentra dividida en confederaciones, siendo las principales las siguientes:
Casinense de Subiaco, fundada en 1872.
Inglesa, fundada en 1872.
Húngara, fundada en 1514.
Suiza, fundada en 1602.
Austriaca, fundada en 1625.
Bávara, fundada en 1684.
Brasileña, fundada en 1827.
Solesmes, fundada en 1837.
Americano-casinense, fundada en 1855.
Beuronense, fundada en 1873.
Helvético-americana, fundada en 1881.
Santa Odilia, fundada en 1884.
Anunciación, fundada en 1920.
Eslava de San Adalberto, fundada en 1945.
Olivetana, fundada en 1319.
Camaldulense, fundada en 980.
Vallombrosana, fundada en 1036.
Silvestrina, fundada en 1231.
Cono Sur, fundada en 1976.

Regla de san Benito
La Regla de san Benito es una regla de vida destinada para cada monje miembro de la Orden benedictina. En total, está compuesta por 73 capítulos en los cuales, a grandes rasgos, se establece lo siguiente:
  • Ocho horas del día deben dedicarse al trabajo manual, es decir, a las actividades agrícolas y similares que permitan a los monjes proveerse su propio sustento.
  • Ocho horas del día deben dedicarse a la oración, especialmente al rezo de la liturgia de las horas.
  • Ocho horas del día deben dedicarse al descanso.
  • Vivir como un monje hasta la muerte aceptando todas las obligaciones que ello implica (votos monásticos).

Hábito de los benedictinos

En la Edad Media los monjes benedictinos llevaban camisa de lana y escapulario. El hábito o vestidura superior es negro, por lo que el pueblo los llamó los monjes negros, en oposición a los cistercienses, que llevan túnica blanca y escapulario negro, denominados los monjes blancos Así también existen monjes que usan el hábito blanco no por contraposición sino por inspiración, tal es el caso de los monjes benedictinos olivetanos. Según cuenta la tradición la Santísima Virgen le ofreció el hábito blanco y la regla de San Benito a su fundador Bernardo Tolomei. Hay también otras congregaciones que conjugan el hábito blanco con el escapulario negro. Desde su origen, en el año 529, la Orden de san Benito recibiría múltiples reformas, de las cuales surgirían distintas órdenes religiosas con sus propias características. Es por ello que no todos los miembros de órdenes religiosas que rigen su vida por la Regla de san Benito usan el mismo hábito. Por ejemplo:

Orden cisterciense: usa un hábito de color blanco y escapulario negro.
Orden cluniacense: usa un hábito de color negro.
Orden de los monjes benedictinos olivetanos: usa un hábito de color blanco.


Promesas de Dios a San Benito
La Orden benedictina debe su origen a Benito de Nursia, quien fuese el fundador de los primeros doce monasterios benedictinos en la localidad de Subiaco y quien, además, fue el responsable de escribir la regla de vida por la cual los monjes benedictinos debían regirse.

Según la tradición, Benito de Nursia recibiría el siguiente mensaje (cinco promesas) de Dios:

--Esta orden continuará existiendo hasta el fin de los tiempos.

--La Orden de San Benito, en la batalla final, ofrecerá grandes servicios a la Santa Madre Iglesia y confirmará a muchos en la fe
. Y dará muchos confesores y mártires a la Iglesia.

--Nadie morirá en la Orden cuya salvación no sea asegurada. 
Si el monje empieza a vivir una mala vida y no se corrige, caerá en desgracia, será expulsado de la Orden o la dejará por su propia voluntad. Aquellos que vivan en la Orden tendrán asegurada su salvación.

--Cualquiera que persiga la Orden de San Benito y no se arrepienta, verá sus días acortados y fallecerá de una muerte horrible.

--Todos los que amen la Orden de San Benito tendrán una muerte feliz. Fue dicho mensaje lo que impulsaría a Benito de Nursia a dedicar su vida entera a la Orden benedictina, dejando, al momento de su muerte, catorce monasterios masculinos y un monasterio femenino.

Muchos de los monjes benedictinos de la Orden de Cluny llegaron a adquirir gran poder económico y político, incluso algunos de sus abades se convertirían en papas, como, por ejemplo:

Alejandro II (1061–1073).
San Gregorio VII (1073–1085).
Beato Victor III (1086–1087).
Beato Urbano II (1088–1099).
Pascual II (1099–1118).
Gelasio II (1118–1119).

Santos benedictinos
La siguiente es una lista que incluye a personajes cristianos (católicos) que han alcanzado la santidad siendo miembros de alguna de las órdenes que se rigen según la Regla de san Benito:

San Benito de Nursia (fundador de la Orden de san Benito).
San Mauro de Anjou.
San Plácido.
San Sabino de Canosa.
San Victorián.
San Exuperancio.
San Gregorio Magno, doctor de la Iglesia.
San Bonifacio IV.
San Romano de Rochester.
San Agustín de Canterbury.
San Justo de Canterbury.
San Honorio de Canterbury.
San Pirminius.
San Agatón.
Santa Berlinda de Meerbeke.
Santa Hilda de Whitby.
San Pardulfo.
San Willibrord de Utrecht.
San Odilia de Alsacia.
San Sacerdote de Limoges.
San Beda el Venerable, doctor de la Iglesia.
Santa Walburga.
San Egwin de Evesham.
San Anselmo de Nonántola.
San Ambrosio Autperto.
San Emerio.
San Benito de Aniane.
San Adelardo de Corbie.
San Ardón Esmaragdo.
San Rabano Mauro.
San León IV.
San Pascasio Radberto.
San Félix de Alcalá.
San Tutilo.
San Bernón de Baume.
San Genadio de Astorga.
San Virila.
San Odón de Cluny.
San Íñigo de Oña.
San Rosendo.
San Wolfgango de Ratisbona.
San Alferio de Cava.
Santa Wulfhilda de Barking.
San Romualdo.
San Gotardo de Hildesheim.
San Guillermo de Volpiano.
San Odilo de Cluny.
Santa Adelaida de Vilich.
San Enrique II del Sacro Imperio Romano Germánico.
San Bononio de Lucedio.
San Cunegunda de Luxemburgo.
San Juan Gualberto.
San Domingo Loricato.
San Austindo de Auch.
San García de Arlanza.
Santo Domingo de Silos.
San León I (abad).
San Sisebuto de Cardeña.
San Adelelmo de Burgos.
San Cono de Teggiano.
San Pedro Damián.
San Alfano de Salerno.
San Hugo de Cluny.
San Gregorio VII.
San Geraldo de Corbie.
San Roberto de Molesmes.
San Gualterio de Pontoise.
San Anselmo de Canterbury.
San Arnulfo de Soissons.
San Pedro de Cava.
San Bonfilio de Foligno.
San Bruno de Segni.
San Sigfrido de Suecia.
San Pedro el Venerable.
Santa Adelina de Savigny.
San Aiberto.
San Juan Theristes.
San Guarino de Sión.
San Atón de Pistoya.
San Constable de Cava.
San Lamberto de Vence.
San Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia.
San Hildegarda de Bingen.
Santo Domingo de Carracedo.
San Gil de Casayo.
San Isabel de Schönau.
San Silvestro Guzzolini.
San Parisio de Treviso.
San Celestino V.
San Bernardo Tolomei.
Santa Francisca Romana.
San Rafael Arnáiz Barón.

































Benedictinos más importantes de la historia
Berengaudus
Berengaudus fue un monje benedictino al que se le atribuye la autoría del Expositio super septem visiones libri Apocalypsis, un comentario latino del Libro de Revelaciones o Apocalipsis (el último libro de la Biblia).

Abad Oliva
Oliva fue abad del monasterio de Cuixá de la Orden de San Benito y, además, obispo y conde de Berga y Ripoll. Hoy día es recordado por sus grandes obras literarias (una alabanza de Ripoll, De comitibus, el saludo Ad Gaucilinum, abad de Fleury, etc.) y por ser uno de los principales predecesores del auge intelectual del Renacimiento a finales de la Edad Media.

Alonso de Zamora
Fray Alonso de Zamora fue un monje benedictino del monasterio de San Salvador de Oña. Se le atribuyen un sinfín de obras de arte del monasterio de Oña y de otros monasterios, las cuales crearía desde su propio taller de pintura entre los años 1485 y 1510.

En la actualidad, algunas de sus obras aún permanecen vigentes, como, por ejemplo, la Natividad de Jesús, la cual reposa en la catedral de Burgos (España).

Referencias:
Orden de San Benito. Wikipedia.
Anexo: Santos y beatos benedictinos. Wikipedia.
Los ‘tres votos’ benedictinos y ediciones de la ‘Regla’. Cronicas de la Emigracion.
Berengaudus. Wikipedia.
Abad Oliva. Wikipedia.
Alonzo de Zamora. Wikipedia.

Fundador
San Benito de Nursia



Nació Benito en Nursia, en la Umbria, el año 480. Estudió en Roma y muy pronto se retiró a un eremitorio en Affile, de donde se trasladó al valle del Anio para crear allí unas comunidades pequeñas formadas por eremitas solitarios. Precisamente uno de esos anacoretas, llamado Román, fue quien le mostró una cueva muy retirada donde Benito pasó mucho tiempo aislado, sólo visitado por Román y por el demonio que, de vez en cuando le tentaba. Una de las veces se le presentó en forma de una joven a la que Benito recordaba por haberla visto en Roma y haberle parecido de hermoso rostro. Para vencer la tentación, el santo se desnudó y se arrojó sobre un espino lo que le hizo olvidar pronto la belleza de aquella mujer.

Divulgados los sacrificios y penitencias de Benito por los alrededores, los eremitas quisieron hacerle su abad pero se arrepintieron de su elección por el esfuerzo y penitencia que les exigía. Cuando quisieron deshacerse del santo echaron veneno en su copa, pero al bendecir la mesa Benito, la copa se partió en mil pedazos. Tras esa experiencia negativa, Benito volvió a su soledad pero bien pronto llegaron gentes atraídas por su santidad y le pidieron ayuda espiritual y dirección para sus vidas, lo que le obligó a fundar hasta 12 pequeños monasterios. Finalmente se decidió a retirarse al Monte Casino, donde edificó una abadía sobre el lugar que había ocupado un templo del Dios Apolo. Murió Benito el año 543 tras haber dejado su famosa Regla para la ordenación de los monasterios.

Cuando murió, dice el Flos Sanctorum que dos frailes tuvieron la misma visión: un camino cubierto de paños preciosos y alumbrado con muchas lámparas que se dirigía hacia el cielo. Al preguntar los monjes a un joven con hábito luminoso que estaba a la orilla del camino lo que significaba la visión, contestó:
Este camino es porque se va mi amigo San Benito para los cielos (Almanaque Popular).


La Medalla de San Benito 


Medallas, cruces, rosarios, estatuas, pinturas y otros artículos religiosos se han utilizado durante mucho tiempo como medio para fomentar y expresar nuestra devoción religiosa a Dios y los santos. Los iconos, o imágenes pintadas de Cristo y los santos, son especialmente populares entre los cristianos orientales como ayuda a la piedad y la devoción cristianas.

Por lo tanto, el uso de cualquier artículo religioso tiene como objetivo recordarnos a Dios y despertar en nosotros una disposición y un deseo dispuestos a servir a Dios y a nuestro prójimo. En este entendido rechazamos cualquier uso de artículos religiosos como si fueran meros amuletos o tuvieran algún poder mágico para traernos buena suerte o mejor salud. Ésa no es la actitud cristiana. 

Orígen de la Medalla de San Benito 
Para los primeros cristianos, la cruz era un símbolo favorito y una insignia de su fe en Cristo. Por los escritos de San Gregorio Magno (540-604), sabemos que San Benito tenía una fe profunda en la Cruz y obraba milagros con la señal de la cruz. Esta fe y devoción especial por la Cruz se transmitió a las generaciones posteriores de benedictinos.

La devoción a la Cruz de Cristo también dio lugar a la acuñación de medallas que llevaban la imagen de San Benito sosteniendo en alto una cruz en su mano derecha y su Regla para los Monasterios en la otra. Por lo tanto, la Cruz siempre ha estado estrechamente asociada con la Medalla de San Benito, a la que a menudo se hace referencia como Medalla-Cruz de San Benito.

Con el tiempo se fueron añadiendo otros añadidos, como la petición en latín al margen de la medalla, pidiendo que con la presencia de San Benito seamos fortalecidos en la hora de la muerte, como se explicará más adelante. No sabemos exactamente cuándo se acuñó la primera medalla de San Benito. En algún momento de la historia se colocaron una serie de letras mayúsculas alrededor de la gran figura de la cruz en el reverso de la medalla. 

Durante mucho tiempo se desconoció el significado de estas cartas, pero en 1647 se encontró en la Abadía de Metten en Baviera un manuscrito que data de 1415, que daba una explicación de las cartas. Son las letras iniciales de una oración latina de exorcismo contra Satanás, como se explicará a continuación. La Medalla del Jubileo de Montecassino

Las características anteriores finalmente se incorporaron en una medalla de nuevo diseño acuñada en 1880 bajo la supervisión de los monjes de Montecassino, Italia, para conmemorar el 1400 aniversario del nacimiento de San Benito. El diseño de esta medalla fue realizado en la Archiabadía de San Martín, Beuron, Alemania, a petición del prior de Montecassino, el Reverendísimo Boniface Krug OSB (1838-1909).

 El prior Bonifacio fue originalmente un monje de la Archiabadía de San Vicente, Latrobe, Pensilvania, hasta que fue elegido prior y último archabad de Montecassino. Desde entonces, la Medalla del Jubileo de 1880 ha demostrado ser más popular en todo el mundo cristiano que cualquier otra medalla jamás acuñada en honor a San Benito.

 Descripción de la Medalla del Jubileo
 Debido a que la Medalla del Jubileo de 1880 tiene todas las características importantes asociadas con la Medalla de San Benito, la siguiente descripción de esta medalla puede servir para aclarar la naturaleza y la intención de cualquier medalla de San Benito, sin importar su forma o diseño. puede que legítimamente lo haya hecho.

En el anverso de la medalla está la imagen de San Benito. 

En su mano derecha sostiene la cruz, símbolo de la salvación del cristiano. La cruz nos recuerda el celoso trabajo de los monjes y monjas benedictinos evangelizando y civilizando Inglaterra y Europa, especialmente durante los siglos VI al IX/X.



En la mano izquierda de San Benito está su Regla para los Monasterios que bien podría resumirse en las palabras del Prólogo que nos exhorta a “caminar por los caminos de Dios, con el Evangelio como guía”.


Sobre un pedestal a la derecha de San Benito está la copa envenenada, rota cuando hizo la señal de la cruz sobre ella. Sobre un pedestal a la izquierda hay un cuervo a punto de llevarse una barra de pan envenenado que un enemigo celoso había enviado a San Benito


Sobre la copa y el cuervo están las palabras latinas: Crux s. patris Benedicti (La Cruz de nuestro santo padre Benito).


En el margen de la medalla, rodeando la figura de Benito, están las palabras en latín: Eius in obitu nostro praesentia muniamur! (¡Que seamos fortalecidos por su presencia en la hora de nuestra muerte!).

Los benedictinos siempre han considerado a San Benito como un patrón especial de una muerte feliz. Él mismo murió en la capilla de Montecassino, de pie con los brazos alzados al cielo, sostenido por los hermanos del monasterio, poco después de que San Benito hubiera recibido la Sagrada Comunión.


Debajo de Benedicto leemos: ex SM Casino MDCCCLXXX (del santo Monte Cassino, 1880). Esta es la medalla acuñada para conmemorar el 1400 aniversario del nacimiento de San Benito.


 En el reverso de la medalla, predomina la cruz. En los brazos de la cruz están las letras iniciales de una oración rítmica en latín: Crux sacra sit mihi lux! Nunquam draco siéntate mihi dux! (¡Que la santa cruz sea mi luz! ¡Que el dragón nunca sea mi guía!).


En los ángulos de la cruz, las letras C S P B representan Crux Sancti Patris Benedicti (La cruz de nuestro santo padre Benito).


Sobre la cruz está la palabra pax (paz), que ha sido un lema benedictino durante siglos.

¡Vete Satán! ¡Nunca me tientes con tus vanidades! Lo que me ofreces es malo. ¡Bebe el veneno tú mismo!


Alrededor del margen del reverso de la medalla, las letras V R S N S M V – S M Q L I V B son las letras iniciales, como se mencionó anteriormente, de una oración latina de exorcismo contra Satán: ¡Vade retro Satana! Nunquam suade mihi vana! Sunt mala quae libas. ¡Ipse venena bibas! (¡Vete Satanás! ¡Nunca me tientes con tus vanidades! Lo que me ofreces es malo. ¡Bebe el veneno tú mismo!)

Uso de la medalla
No existe una forma especial prescrita para llevar o llevar la Medalla de San Benito. 
Se puede usar en una cadena alrededor del cuello, atado al rosario, guardado en el bolsillo o bolso, o colocado en el automóvil o en la casa.

 Algunos fieles suelen colocar la medalla en los cimientos de casas y edificios, en las paredes de graneros y cobertizos, o en el lugar de trabajo. 
El propósito de usar la medalla en cualquiera de las formas anteriores es invocar la bendición y protección de Dios sobre nosotros, dondequiera que estemos, y sobre nuestros hogares y posesiones, especialmente a través de la intercesión de San Benito.

 Mediante el uso consciente y devoto de la medalla, se convierte, por así decirlo, en una constante oración silenciosa y un recordatorio de nuestra dignidad como seguidores de Cristo.

La medalla es una oración de exorcismo contra Satanás, una oración por fortaleza en el tiempo de la tentación, una oración por la paz entre nosotros y entre las naciones del mundo, una oración para que la Cruz de Cristo sea nuestra luz y guía, una oración de firme rechazo de todo lo malo, una oración de petición para que con valentía cristiana podamos “caminar por los caminos de Dios, con el Evangelio como guía”, como nos insta San Benito.

La Medalla de San Benito puede servir como un recordatorio constante de la necesidad de que tomemos nuestra cruz diariamente y “seguir al verdadero Rey, Cristo nuestro Señor”, y así aprender a “participar de su reino celestial”, como dice San Benito. 

Nos insta Benito en el Prólogo de su Regla. Por un rescripto de la Sagrada Congregación de Religiosos (4 de mayo de 1965), a los Oblatos laicos de San Benito se les permite usar la Medalla de San Benito en lugar del pequeño escapulario de tela negra que antes se usaba. 

Por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos (6 de marzo de 1959), se permite dar la Bendición de San Mauro sobre los enfermos con una Medalla de San Benito en lugar de con una reliquia de la Vera Cruz, ya que esta última es dificil de conseguir.

Bendición de la Medalla de San Benito
Las medallas de San Benito son sacramentales que pueden ser bendecidas legítimamente por cualquier sacerdote o diácono, no necesariamente un benedictino (Instr., 26 de septiembre de 1964; Can. 1168). Se puede utilizar el siguiente formulario:
 Nuestra ayuda es en el nombre del Señor. Quien hizo el cielo y la tierra.
 En el nombre de Dios Padre todopoderoso, que hizo los cielos y la tierra, los mares y todo lo que en ellos hay, exorcizo estas medallas contra el poder y los ataques del maligno. 
Que todos los que utilicen estas medallas con devoción sean bendecidos con salud de alma y cuerpo. 
En el nombre del Padre + todopoderoso, del Hijo + Jesucristo nuestro Señor, y del Espíritu Santo + Paráclito, y en el amor del mismo Señor Jesucristo que vendrá el último día para juzgar a los vivos y a los muertos, y el mundo por el fuego. 
Amén.
Dejanos rezar. Dios todopoderoso, fuente ilimitada de todos los bienes, te pedimos humildemente que, por intercesión de San Benito, derrames tus bendiciones + sobre estas medallas. 
Que aquellos que los usan devota y seriamente se esfuerzan por realizar buenas obras sean bendecidos por ti con salud del alma y del cuerpo, la gracia de una vida santa y la remisión del castigo temporal debido al pecado.
 Que también ellos, con la ayuda de tu amor misericordioso, resistan la tentación del maligno y se esfuercen por ejercer la verdadera caridad y la justicia hacia todos, para que un día aparezcan sin pecado y santos ante ti. 
Esto te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén. 

Luego, el clérigo rocía las medallas con agua bendita.

Con permiso de los superiores. Nada se sostiene y Imprimatur, 24 de abril de 1980.


ORNAMENTOS BENEDICTINOS


“No anteponer nada al amor de Dios”


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FRASES DE LA REGLA DE SAN BENITO